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Yo sé que te costó, que luchaste, que te caíste y levantaste, que lloraste, que pediste ayuda y que a veces también la rechazaste. Te sentías solo, incomprendido y frustrado. Tal vez no te di el apoyo y comprensión que necesitabas. Quizás nunca te dije lo bien que me caías y la risa que me provocabas al escuchar tus sonoras carcajadas. A lo mejor, debí haber sido más cercana. Tal vez tuve que ser una mejor amiga...

A pesar de todo, me siento afortunada, porque te conocí cuando estabas en tu mejor momento. Vi todo ese proceso positivo de querer salir adelante y ser alguien. Me gustó verte así... en serio. Pero también me tocó ver tu descenso, tu tristeza y rabia encubierta. Y aún así, nunca nos dejaste verte mal... siempre te ibas cuando sabías que ibas a caer. Esa actitud tuya nunca la entendí. Sin embargo, cuando te recuperabas, nos llamabas a todos y nos reunías una vez más, a pesar de que el grupo ya se había disuelto hace mucho tiempo...

Creo que el verano que mejor lo pasamos fue el del 2002. Partimos bien... porque organizaste una fiesta de disfraces para el año nuevo en tu casa! Jajajajaja fue muy chistoso, esa anécdota que todos recordamos, cuando se te ocurrió ir vestido de Chapulín Colorado a comprar cigarros tipo 3 de la mañana a un Esso Market! jajajajaj, pero más divertido fue la respuesta que les diste a todo los que te miraban cagados de la risa "¡bah! ¿acaso nunca han visto a un superhéroe?"

¿Te acuerdas que a los pocos días después la Jesu y Alberto se casaron por el civil y los dos fuimos sus testigos? y ¿que ese mismo día nos fuimos a la playa, a Isla Negra? Lo pasé tan bien! Lejos fue uno de los mejores veranos. Además recuerdo lo bien que cocinabas... tenías una excelente mano. Lo mejor de todo, es que seguimos pasándolo bien, porque después fue mi cumpleaños y luego, a la semana sigueinte, sería el matrimonio por la Iglesia de los chiquillos.... que manera de bailar esa vez!

Nos pasaron cosas buenas, y es por eso que me da pena tu partida, pero lo que más me entristece es saber cómo fue. En todo caso, todos sabíamos y nos sorprendíamos de tu fortaleza. Nunca imaginé que alguien pudiera aguantar tanto como tú... pero al parecer, la energía y las ganas se te acabaron, y ¿sabes? no te culpo. No, no te culpo, porque nadie puede aguantar todo lo que te tocó vivir. Eso sí, me entristece saber que ya no querías nada más...

A pesar de este triste final, no te quiero recordar con pena... cada vez que piense en ti, me voy a acordar de tu risa contagiosa y de los abrazos apretadísmos que me dabas cada vez que me saludabas, diciéndome "¡hooooola hermosa!"

Yo sé ciegamente que ahora descansas... creo que te lo mereces. Rezo por ti.

Ya pronto nos vamos a reencontrar.